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El Corazón Editorial de La Nación

El Editorial de LA NACIÓN publicado el 28 de enero justificando las razones por las cuales decidieron no seguir adelante con la publicación de lo que sería por ley electoral su última encuesta, de cara a las elecciones del próximo 2 de febrero, no sólo ha despertado el morbo político del verdadero trasfondo (cualquiera que este sea), sino que como ciudadanos debería llamarnos a reflexionar sobre que hay en el “corazón editorial” de este medio.


Según el Editorial de marras, “La poca cultura nacional sobre encuestas, en buena parte promovida por políticos que aplauden o censuran según los resultados, así como la confusión creada por la pluralidad de casas encuestadoras y metodologías, no todas tan rigurosas como la de Unimer, crean un campo fértil para las teorías de la conspiración y la maledicencia.” ¿De dónde saca el medio que nuestra sociedad tiene “poca cultura nacional sobre encuestas”?, ¿qué nos está queriendo decir La Nación con esto?; ¿si la metodología de Unimer es más rigurosa que las otras casa encuestadoras, cuál era el temor sobre la posible recepción que habrían tenido los resultados?, o ¿será que en el fondo lo que querían decir es que están seguros de los resultados pero no saben “el daño” que esto podría ocasionar a nuestra “poca cultura nacional”?

Más que aclarar o hacer un llamado a la transparencia para alejar cualquier teoría de la conspiración, según subyace en este Editorial, como ciudadano me deja una honda preocupación sobre la “conciencia editorial” que tiene La Nación sobre la conciencia política ciudadana.


Más bien llama la atención que La Nación como grupo investigativo y reflexivo (supongo que lo es) todavía no haya entendido que esta Campaña tiene matices muy distintos a otras experiencias electorales, que la ciudadanía ya no “traga cuento”, que estamos imbuidos dentro de una dinámica política y social diversa y dispersa, y que a veces es difícil de atrapar en un prisma de análisis de los acontecimientos.


No es competencia del medio medir las implicaciones de los datos de una encuesta sino publicarlos. Aclaro, el medio como entidad privada tiene el derecho de determinar los “cuándos” de esta o cualquier encuesta o investigación; el “porqué” es lo que sucumbre al cuestionamiento. O es que, ¿no tenemos en nuestro país reconocidos analistas, académicos, programas radiales –más que televisivos- y otros espacios de opinión, análisis, debate, confrontación de ideas que pueden asimilar este o cualquier otro resultado y “traducirlos” a la ciudadanía para que esta tenga sus propios juicios? Incluso los ciudadanos podemos escoger poner o no poner atención a estos canales informativos o de análisis.


Estimada señora Directora de La Nación, su deber es informar; a partir de la publicación de cualquier nota, la responsabilidad es nuestra, tengamos mucha, poca o nada de cultura sobre encuestas.

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